Chica concentrada, sentada frente al mar, viendo la salida del sol con posición contemplativa.

Hace ya unos meses empecé a ver sueños ocultos, sueños que no me atrevía a mirar por miedo, por pereza, por no acabar de confiar en mí y en mis posibilidades.

Pero esos sueños eran cada vez más potentes, tanto, que iban llenando mi cabeza y mi corazón de aquellas lindas y pequeñas mariposas del enamoramiento.

Fue en ese momento en el que aparecieron en mi vida los conocimientos de disciplina positiva, la pieza del puzzle que me había faltado en mis años de constante formación. Y, paralelamente, Ringana (empresa de cosmética fresca y sin tóxicos) y su forma de trabajar totalmente diferente a la que estaba acostumbrada.

Ese aire fresco me hizo despertar y decidir hacer caso a mis sueños: así que empecé a creer en mí de verdad.

Es ese momento en el que empecé a cuestionarme miles de cosas y a establecer esto que denominan «marca personal», que viene a ser una cohesión de: lo que sabes, lo que eres, cómo trabajas, para quién, cómo, por qué, para qué…

Se trata de dejar florecer aquello que tenemos dentro. Es un trabajo introspectivo, precioso y sorprendente, con sus luces y sus sombras, y enormemente enriquecedor.

Y lo que sí me ha quedado claro en todo este tiempo es que quiero hacer que nuestro mundo sea mejor y más justo para todos. Me comprometo a compartir contigo todo lo que he ido aprendiendo durante estos años, tanto en la crianza, como en el autoconocimiento, en una comunicación más respetuosa con las personas de nuestro alrededor y, por supuesto, unos hábitos de vida saludable con una misma y con nuestro planeta.